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"Hay dos cosas infinitas: el Universo y la estupidez humana. Y del Universo no estoy seguro"
Albert Einstein

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sábado, 16 de marzo de 2013

Sombra aquí, sombra allá

"Con los ojos abiertos de par en par, para ver bien qué es lo que puede pasar. Tomando siempre un tiempo para pensar. No corras, no necesitas ganar."

A veces, cuando me miro al espejo no me reconozco. Tengo ojeras, los labios cortados y la piel muy pálida. Y los ojos tristes. Los ojos tristes.
Entonces como buena mujer esclava de la sociedad despliego "mi Corte Inglés" de maquillaje. Me pinto las pestañas, maquillo mis labios y tapo mis ojeras. Estoy preparada para enfrentarme al mundo porque ya he escondido de mi lo que no me gusta, lo que estaba mal. Así que ahora que estoy perfecta, ya puedo mirarme al espejo como "de verdad" soy.
E increíblemente, me reconozco aun menos. Porque yo me siento igual, igual de ojerosa, de cortada y de pálida. Pero no se ve. No lo muestro
Y así, cuando alguien me vea, no se creerá que no haya dormido, no entenderá que me sangren los labios ni que me proteja del sol.
Pero verá mis ojos tristes, lo único que no he conseguido tapar de mi.

A veces, no queremos decir que nos pasa. Preferimos guardarnos todo lo malo que os sucede, y bajo siete llaves guardarlo en una caja, cubrirla de hormigón, sellarla con aluminio y custodiarla por un dragón escupefuego. Y ahí, una vez seguros de que nadie perpetrará nuestro secreto, sonreiremos alegremente.
Disimularemos con chistes absurdos, comentarios con un humor tan blanco que roza lo infantil y no pararemos quietos para demostrar lo hiperactivos y contentos que estamos.
Pero en un momento de descuido, te sientas. Te quedas con la mirada perdida. Quitas al dragón, separas el aluminio, perforas el hormigón, buscas las llaves en tu bolsillo y abres la caja. Y suspiras.
Ay! ese suspiro que tanto te delata!
Es ahí cuando alguien se da cuenta de que estás fingiendo, de que hay algo que no va bien
Te pregunta: ¿Qué te pasa? a lo que tú respondes: Nada, no me pasa nada.
Tu voz miente, pero tus ojos no lo hacen.

Es aquí donde tienes dos opciones:
Puedes volver a esconderlo todo, llamar al dragón y con una sonrisa falsa decir: "Nada, si es que he dormido muy mal" y rezar para que tu interrogador finja creérselo y no pregunte más.
O bien, puedes confiar. Sacar con cuidadito  y con un cartel de "FRÁGIL" tus problemas y contárselo a esa persona que quiso mirar más allá de tu cutre actuación.

Si lo cuentas, si confías, puede que seas traicionado, y dolerá. Pero puede que si es la persona adecuada te sientas increíblemente aliviado.
También, si no confías es obvio que nadie te podrá traicionar. Pero tampoco nadie será capaz de llegarte tan hondo como para sentirte realmente aceptado.

Así que, tú decides.