Bienvenido

"Hay dos cosas infinitas: el Universo y la estupidez humana. Y del Universo no estoy seguro"
Albert Einstein

Buscar este blog

jueves, 19 de abril de 2012

Colorá

Hay cosas que no entiendo. Bueno, muchas cosas. Pero una en particular
Por qué nos cuesta tanto ser sinceros? Y no me refiero a esa moda de "decir las cosas a la cara" de " yo lo que pienso te lo digo de frente". Verduleros podemos ser todos.
La gente se confunde. Ser sincero no consiste en decir todo lo que se te pase por la cabecita, en escupir al de enfrente aquellas verdades que no quiere oir pero tu se las dices porque eres muy "transparente". Así se hace daño, se puede causar mucho dolor y además innecesario.

Ser sincero conlleva pensar, decir y hacer lo mismo. Ser coherente con lo que quieres y lo que pretendes.
Y eso sí que es realmente dificil. Tanto, que la mayoría no lo cumple y quien lo cumple, no lo hace todo el tiempo.

Y la mayor mentira, la más gorda, la más exagerada es, además, la que más repetimos.
Ese famosísimo " Me da igual"
La indiferencia... aah... la indiferencia.
Que falsa es eh?
Las cosas nos dan asco, nos dan envidia, nos dan rabia, coraje, impotencia, pena, alegria. Muchas cosas, pero nunca nos dan igual.

Pero no lo reconocemos, y es ahí donde no somos sinceros.
Porque si algo nos duele, quizá debieramos decirlo. Pero no, eso nunca! cómo reconocer que a tí te puede dañar algo tan absurdo y tan ridículo?!
Y recurrimos al "Me da igual"


Pues a mi no me da igual, no, por supuesto que no.
Acepto que me molesta, que me irrita y que me pone de mal humor.
Pero lo reconoceré, siempre, para mi y nunca para el resto.

Para el resto de la humanidad siga pensando que soy inmune, que no me importa nada más allá de mis narices. Y para que se pregunten por qué estoy triste, estoy desganada o estoy enfadada.

No, no soy sincera. Pero, acaso tú si?

domingo, 1 de abril de 2012

Nothing Else Matters

"Las apariencias engañan, no se puede judgar un libro sólo por la portada"

No es la primera vez que escuchas  ( o lees) esta frase. Nos la han repetido cientos de veces, cada dos por tres y a veces sin venir a cuento.
Se supone que, tal y como predica la frase, deberíamos saber que nuestra primera impresión puede estar equivocada y habría que dar una segunda oportunidad para poder valorar de verdad objetivamente.
Me resulta muy irónico que esta frase se sitúe por bandera de la Sociedad de los Prejuicios y que se empeñen en grabar esta frase a fuego en nuestra mente cuando ninguno de nosotros la toma en cuenta a la hora de la verdad.

Porque es así, todos tenemos la frase bien clarita en nuestra mente, pero a nadie se le ocurre contar con ella cuando alguien comete un error. Pero, sin embargo, cuando es a nosotros a quien se nos judga precipitadamente y erroneamente , la idea feliz salta como un resolte y como grandes tolerantes que somos decimos: Joe! Es que no se puede judgar sin conocer!

PERO DESCARAOOOO!

Cómo se puede tener tanto morro? Y no lo niego, yo también lo he hecho. Y más de una vez.
No creo que prejudguemos por gusto, lo hacemos por el simple hecho de catalogar a la gente.
Disponiendo a la gente en categorías podemos asignarles una serie de caracterísicas, defectos, puntos fuertes y posibles ataques, todo ello para disponer una información útil a la hora de defendernos.

Y es aquí donde el prejuicio alcanza su máximo ridículo.  Nos exponemos a un equivocarnos con respecto a los demás solo para no exponernos a un daño. Daño el cual no sabemos si nos van a hacer, pero oye, que nosotros nos adelantamos que somos más listos que nadie.

Quizá deberíamos dar una oportunidad a los demás, para demostrarnos lo que de verdad quieren y de verdad sonñ Y dar una oportunidad a los demás será darnos una a nosotros mismos, para ver lo que somos capaces de hacer, de soportar o de confiar.

Sé un poco más generoso con el resto, porque no sabes qué les sucede, o qué piensan o qué sufren, y así ellos lo serán contigo cuando te suceda algo, cuendo pienses en algo y cuando sufras.

Nothing else matters