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"Hay dos cosas infinitas: el Universo y la estupidez humana. Y del Universo no estoy seguro"
Albert Einstein

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domingo, 22 de junio de 2014

Las Preguntas de Detective

La sangre se secará debajo de mis uñas
Y el viento se levantará para alzar mis velas.
Así que puedes dudar
Puedes odiar
Pero lo sé, sé que no importa lo que haga falta.

Vuelvo a casa. Vuelvo a casa
Dile al mundo que vuelvo a casa.
Deja que la lluvia limpie todo el dolor de ayer
Sé que mi reino me espera, y han perdonado todos mis errores

Vuelvo a casa.

Aquí ya nadie se acuerda, pero hubo un tiempo en el que todo lo que se decía era verdad. Nadie duda de la veracidad de las palabras, no te podías imaginar que la historia que te contaban fuera distinto a la realidad que se describía.
En el que para enterarte de algo solo tenías que preguntar una sola vez, y todos los datos se te volcaban de golpe para tapiar todas las dudas al respecto.

Pero eso ya no sucede. Ahora las palabras cruzan por un hilo metálico entre dos rascacielos. A cada letra añadida, un paso más. En cualquier momento puede fallar y caerse y convertirse en otra mentira más que te han contado. Casi nadie llega ya al otro lado, y nunca nadie llega en línea recta. 
Se inventaron las "Preguntas de Detective" : El qué, el cuándo, el cómo, el dónde, el quién y el por qué. Se creó la "Palabra de Honor" y los "Juramentos", unas pequeñísimas parcelas de verdad reservadas para aquellos momentos en los que uno realmente necesita que le crean. Pero a veces, ni siquiera eso es suficiente.

Porque no sé que es peor, si no creer a nadie o que nadie te crea. Si no poder confiar en nadie o que nadie pueda confiar en ti.


Nos quejamos de que todo el mundo miente, de que no se puede confiar en nadie y de que todo el mundo es igual. Pero luego no nos atrevemos a decir la verdad, a reconocer nuestros errores o nuestros hechos personales.

A decir lo siento, a decir me arrepiento...o a decir clarísimo que te jodan. 
Pero como no nos atrevemos, ahí nos quedamos, entre dos rascacielos, en medio del vacío sujetos por una minúscula creencia de que hacemos lo correcto. Para... ¿quién?

¿Qué nos costaría ser sinceros? Pues ni más, ni menos que mentir.

Mucho.