Las
madrugadas.
Catalizadores de las emociones. Da igual lo que te pase, lo que
pienses o lo que sientas. Si es de madrugada será mucho más grande.
Alguien
debería avisar de que, al igual que una canción que subes el volumen en su
parte más épica, las madrugadas nos suben el volumen de las emociones. La
sangre va mas rápido, el corazón late más rápido, la respiración se acelera y
los ojos navegan de lado a lado. No habrá primavera lo suficientemente
hormonada que se compare al potencial de una madrugada.
Cuando
nos pasa algo bueno, este amplificador horario es maravilloso. El aroma se
transforma en perfume, la caricia en masaje y la mirada en proposición.
Pero
cuando la dicha no es buena, la eternidad toma un nuevo significado y el dolor
otro baremo. Aunque no hay motivo para desolarse. Dicen que las peores noches
preceden a los mejores días y que no habrá noche lo suficientemente larga que
no termine con un amanecer.
La
oscuridad es como un camaleón, que se adapta a los colores de nuestra cara. Y
si lloras, todo tendrá color lágrima.
Pero si ríes...