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"Hay dos cosas infinitas: el Universo y la estupidez humana. Y del Universo no estoy seguro"
Albert Einstein

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domingo, 27 de octubre de 2013

III Carta a la Eternidad








Mi querido lector, normalmente en estas letras suelo hablar de mi, de como vivo, como siento o como hago. Otras muchas veces, hablo de ti, de cómo ayudarte y de cómo te sientes, que seguramente sea como alguna vez me he sentido yo.
Pero hoy no, hoy no voy a hablar de mi, ni de ti.

Voy a hablarte de ella.
Ella.

Tiene el pelo pelirrojo, con reflejos muy dorados. Dicen que yo saqué mi melena de ella, aunque para mi no se parecen en nada. Tiene unos ojos enormes, redondos y verdosos, que aunque miran muy severos soy muy muy tiernos.
No es muy alta, pero no por ello abusa de tacones. Ahora, eso sí, es coqueta como ella sola. No deja pasar el carmín y es la única persona que conozco que sabe y utiliza tocados. Esos sombreritos chiquititos que parecen de juguete. Pues ella se los pone, más chula que ná

No tiene carrera universitaria, pero sabe prácticamente de todo. Y lo mejor de todo, es que de lo que no sabe, no habla. No es de estas personas que presumen a cabeza vacía y boca llena. Para nada. Aprende de todo porque sabe que puede hacerlo. Es severa y en muchas ocasiones puede parecer desagradable o desarraigada. Parece imposible que una persona así sea tan increíblemente dulce y cariñosa

Pero no cariñosa de mentira. No es de esas que dicen te quiero siempre, o estén siempre abrazándose. Ella sólo te da un beso, pero el beso más sincero del mundo. Y cuando te pregunta por tus cosas, puedes apostar que de verdad le interesan.

Me acuerdo cuando le conté cómo había ido mi primer año de carrera.
-Abuela! Lo he aprobado todo! y a la primera convocatoria!
-Ay si? Qué bueno, bonita! Cuánto me alegro! que bien te lo vas a pasar este verano entonces!

Sentía toda la felicidad que yo tenía dentro.
Quién me iba a decir que iba a ser la última vez que podría contarle mis éxitos académicos. O mis fracasos.
O que ya jamás iba a verme bailar, con esas flores en el pelo que tantísimo le gustaban:
-Niña, que te has puesto de faralaes? Y la flor qué? la flor dónde?
-Abuela jo..  que la flor se me enreda en el pelo...
-Tú no sale a bailar sin flor y sin coral. Y ya.

Que no sé dónde me voy a sentar en las comidas familiares, porque yo siempre estaba a su lado. Que nadie me va a decir lo bonita que estoy de verde y blanco. Ni nadie le dirá a mi madre que tengo "Ojos de gitana" aunque a día de hoy aun no sepa muy bien si es bueno o malo.

Que te echo mucho de menos abuela, y fíjate que en absurdas tonterías.
Me acuerdo perfectamente de tu olor, de tu tono de voz, que tu forma de andar.

"dejad a la niña en paz, con 18 estaba soltera y con 19 estaba casada"
Fíjate abuela, no me he casado ni con 18, ni creo que me case con 19.

Jamás me di cuenta de lo muchísimo que nos unías a todos y lo importante que eras para nuestra familia.

Y no te escribo más, porque sé que si esto te lo dijera en persona me dirías "Ay, qué pesada eres!"
Cuídanos mucho, abuela, ya que nosotros ya no te podemos cuidar a ti más

Te quiero.




miércoles, 9 de octubre de 2013

The girl who lived



Que se escuche, y que se entienda.

Esos días en los que levantarse parece tan inútil. En los que la fuerza se ha evaporado durante la noche y nos deja como prensados entre las sabanas de la cama. Esos días en los que sale caro hasta pestañear.

Luego hay otros días en los que no hay Sol que te acueste. En los que tu fuerza mueve el mundo y despierta a los pájaros. Esos días en los que sonríes convencido.

No hay tanta diferencia entre ambos. Un concepto, una idea, una palabra que lo cambia absolutamente todo.
¿Café? ¿Sueño?
Mucho más sencillo que eso
¿Fiesta? ¿Amigos? ¿Sexo?
Mucho más personal que eso.

Ilusión.

Por las mañanas no me levanta el café, ni dormir ocho horas. Ni siquiera los estrógenos mezclados con adrenalina endulzados de endorfinas.

No hay química lo suficientemente potente que pueda imitar la Ilusión.
Cafeína, Dopamina, Melatonina... ni siquiera juntas consiguen la Serotonina que produce el tener algo por lo que vivir.
Algo por lo que soñar.
Por lo que luchar.

Y no importa que la noche anterior lloraras hasta dormir. Que pelearas con todo ser viviente a tu al rededor.
O que fracasaras en todos tus intentos anteriores.
Si tienes una mínima esperanza de que puede pasar, de que puedes conseguirlo, te levantarás con la sonrisa dibujada, las pilas cargadas y la actitud necesaria.

Mi Ilusión, ser alguien.
Y me levantaré hasta que lo consiga. El día que no me levante más, lo habré conseguido.