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"Hay dos cosas infinitas: el Universo y la estupidez humana. Y del Universo no estoy seguro"
Albert Einstein

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lunes, 27 de junio de 2016

Daydreamer





Otra vez aquí. Tú y yo. Yo y tú.
Siempre el uno para el otro, eh?

Bueno, miento. Tú, yo y la hoja en blanco.

Tú no lo sabes. Claro, cómo ibas a saberlo? Si yo no te lo he contado, y no eres de mucho preguntar. Me tienes siempre en vilo, a la espera de que digas algo que yo sea capaz de entender. A la espera de que puedas entender lo que yo te estoy diciendo. Tú no eres de muchas palabras.

Pero, en fin, sigamos.

Te decía, pues, que hay algo que tú no sabes y es que tú, como tú, vas cambiando.
Nunca eres el mismo tú.
Te mueves según mis ojos, mis dientes y mis manos. Pero esto no es de ahora. Si lo piensas, esto ha sido así siempre.
Tú has tenido los ojos más bonitos del mundo y la colonia más rica.
Has sido mi recuento de pecas favorito y mis paseos más largos.
Contigo he visto madrugadas de todos los colores.
Tú me has reventado en mil pedazos para que, luego, tú me hayas intentado coser con aguja de punta fina. Pero aguja al fin y al cabo.


Tú. Siempre has sido tú. Pero tú a veces has sido yo.
Has sido mis miedos, mis inseguridades y mis debilidades.
Tú has sido la sorpresa del día, la despedida del año y la lección de la vida.

Tú vas cambiando y yo sigo inmóvil, viendo cómo decides aparecer o desaparecer de mi vista y quién decides ser ahora. Mientras, yo soy los mismos ojos ambarinos, la mismas costillas llenas de cosquillas y los mismos supiros tristes.

Ahora estás otra vez aquí. No sé cuándo decidiste volver ni por qué, claro, qué voy a saber yo si tú a mi no me cuentas nada. Si tú jamás me quieres explicar qué haces, qué dices, qué piensas. Porque tú solo vienes, me enredas, me tejes, me coses y me llenas de cenefas. Me pintas de tus colores favoritos, luego me dices que no te gustan, luego te vuelven a gustar. Dices que con la luz del atardecer, se ven mejor.

Y luego, te vas. Otra vez. Sin explicaciones, sin despedidas.

¿En qué pensarías tú cuando me pintabas? Quizá, en otros colores, en otros pinceles. En otras costillas con otras cosquillas. En otra luz, quizá del amanecer, o puede que incluso en la noche más cerrada.

No me lo vas a decir. Pero lo cierto es que te gusta que sea tu lienzo. El problema es que yo ya estoy cansada de aguantar tus brochas, tus pinceladas y tus colores imposibles. Estoy harta de intentar que la luz sea perfecta, de sentirme mal por los temblores de mi piel y por los crujidos de mis articulaciones. Porque lo intento yo, intento cosas que tú nunca me pides, que ni siquiera sé si son necesarias.

Estoy llena de ti, y cuando te vayas de nuevo me quedaré vacía y quebradiza. Pero te tienes que ir.
Te tienes que ir porque aunque me encantan tus colores...

Me gusta mucho más el color de mis ojos.


Te decía que tú cambias mientras yo sigo como siempre. Creo que te he mentido.
Tú cambias porque yo lo hice primero, porque siempre apareces en el momento más perfecto y te vas cuando menos conviene. Haces lo que te da la gana.

Déjame que me cosa y me coloree yo sola y, así, cuando vuelvas, podré decirte que a quien buscas...
ya no existe.

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