Aquí estoy. 11 meses después, escribiendo la que es la segunda carta a la eternidad. Tu eternidad.
Se ha cumplido un año. 12 meses, 52 semanas, 365 días desde aquel fatídico 6 de Septiembre.
Aquel día en el que las palabras dolieron más que nunca. Aquel día en el que la ausencia tomó un nuevo significado y la añoranza se convirtió en un estilo de vida.
Un año entero. Es mucho y a la vez poquísimo tiempo.
Resulta muchisimo tiempo pensando en que nunca hemos estado tanto tiempo sin verte, sin oirte, sin saber de ti.
Pero, a la vez, aun a pasado poco tiempo como para recordarlo sin sufrirlo.
Sí, es así, aun duele pensarte. Supongo que con el tiempo eso irá cambiando, y cada vez dolerá un poquito menos, hasta que un día ya no duela y podamos recordarte con toda la alegría.
Aunque creo que, eso nunca será así.
No creo que llegue el momento en el que recordarte nos resulte indoloro. Porque aunque vayamos asimilando que no estás, aunque nos acostumbremos a estar sin tí y aunque aceptemos que ya no van a cambiar las cosas, te seguiremos echando de menos. Seguiremos pensando en las cosas que te gustaban hacer, y aquellas que tanto detestabas.
Nos pasa mucho. A veces vamos por la calle, o cuando vemos algo en el sofa, o incluso un libro o un comentario y decimos: Fíjate, con lo que le gustaba. O con lo mucho que lo odiaba.
Estás con nosotros, siempre.
Me gustaría decirte que las cosas han cambiado, que nuestra vida ha cambiado el rumbo, o ha adquirido un nuevo sentido.
Pero la verdad es que no es así. Casi todo sigue como siempre, lo único que ha pasado es el tiempo.
Tiempo, aire quieto.
Tiempo, contigo
Tiempo, sin ti.
Tiempo.
Esta carta es tuya, es a ti, a tu grandiosidad, a tu minuciosidad, a tu dedicación.
Es tu carta a tu eternidad .
No hay comentarios:
Publicar un comentario